Grisbel Medina R.
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La flor de Lohara Tavárez Rosario fue apagada hace siete meses. Iba camino a casa de su padre cuando la secuestraron. La encontraron en la carretera La Ceja de San Francisco de Macorís, con las manos y pies atados, el cuerpo hinchado de golpes y el corazón inerte. Costaba creer que la amistosa estudiante de arquitectura de la UCNE y morena “salá” de su familia, estaba envuelta, con la cara quemada en aquella lona azul.
Mucho que contar desde el 5 de noviembre. Trucos judiciales y amenazas de liberar a la indicada como autora intelectual del asesinato, María Magdalena Marizán, así como contundentes manifestaciones en reclamo de justicia del pueblo francomacorisano, dentro y fuera de la provincia Duarte. El taxista del carro donde sus captores la transportaron, murió. También asesinaron al AMET que escuchó una joven gritar detrás de la pared donde se presume torturaron a Lohara. Muchas pruebas se han perdido. El próximo 10 de junio en el Palacio de Justicia de SFM es la audiencia preliminar para establecer, si hay mérito suficiente, ir a juicio de fondo en la Primera Instancia de un Tribunal Penal. Pruebas hay.
La flor de Yasmín Valdez González la apagaron en su propia casa. La semana pasada su esposo Manuel Rodríguez Bonilla (Manuelo, maestro e historiador de Mao), 31 años mayor que ella, la "halló" degollada y apuñalada en el pecho. Muerta, Yasmín destapó una caja de pandora: cercanos a Manuelo se asombraron porque “él siempre andaba solo y no sabían que tenía esposa”.
Antes de ayer, el obispo de Mao, Tomás Abreu, ofreció una rueda de prensa para “aplacar” comentarios que le señalan protector de Manuelo. El sacerdote "aprovechó" para "destacar" sus "aportes" a la sociedad maeña; su activa participación en el Indenor, el Politécnico del Noroeste, el Club Rotario y el Comité La Barranquita. Hasta el momento, no hay presos por la muerte de Yasmín, pero en la Fiscalía sí sobran las cartas de instituciones sociales, deportivas y comunitarias, valorando, según el obispo la vocación de servicio y aportes del profesor. Ojalá la justicia, la de mi país, sea generosa con las flores y almas de Lohara y Yasmín.