SONAJERO.
Grisbel Medina R.
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Si quieres estudiar en Nagua, debes hacerte especialista en “bolas”. Tienes que sacar el dedo y rogar un espacio en la “cama” de una camioneta samaritana. La mayoría de los estudiantes de Nagua van y vienen en aventones. Ella no fue la excepción.
Jovencita salió del monte, del camino desnudo de asfalto. Es la chiquita, la hija de “Pisio” y “Pi” que siempre llevó buenas calificaciones a la casa de Los Naranjos, en Las Gordas de Nagua. Al cumplir con la “trigonomeentra” y el álgebra del bachillerato, Ana Inmaculada Aracena Marte estampó su nombre en Comunicación Social de PUCMM. Del campo y el hogar techado de cerezas, pasó a caminar en el amplio y hermoso jardín que es el campus de “su universidad”.
Con apoyo de sus padres biológicos, los hermanos que no comen cuentos con la pequeña y caprichosa de la casa, y el sacerdote que asume como “padre blanco”, Inma caminó en chancletitas por aulas de licenciatura. En la última cosecha presentada en PUCMM, su nombre no sólo estuvo en la lista de casi 900 graduandos, sino en el capítulo de las personas investidas con honores académicos. Andar sólo con el pasaje nunca la limitó.
La graduación de Inma fue la fiesta más sentida de Los Naranjos. La muchacha, corajuda y católica hasta la taza, fue recibida con honor de batton ballet en la puerta del pueblo.
Desfiló por la vecindad del brazo del diácono, escoltada por la familia y la gente. No faltó misa, semblanza, globos, bizcocho y gratitud para quienes de distintas maneras apoyaron los estudios, cubrieron gastos, ofrecieron su mano en momentos amargos, difíciles. Luego el brindis y los maravillosos “Palos” que Inma se pierde por no bailar.
Ese día, las galerías de Los Naranjos se quedaron vacías. La casa de “Pí” como llaman a Brígida la madre de Inma, fue el nido de la alegría colectiva. Bastante calor hizo, pero pudo más el gozo por el primer y alabado cum laude que se posa en Las Gordas. Hay que atar los cabos necesarios. La educación es la clave y urge habilitar oportunidades para poblar el país de las Inma deseosas de labrar futuro y sembrar las raicitas de la esperanza social.
Grisbel Medina R.